Hoy se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género.
Nuestra Asociación ha decidido aportar su granito de arena dramatizando un texto literario sobre el maltrato.
A las 12.15 de la mañana varios colectivos alboloteños entre los que cabe destacar a los niños/as de varios colegios del pueblo se han sumado a un acto cargado de emociones.
Varios niños/as han leído textos en repulsa de la violencia machista.
Nuestra Asociación ha participado con el siguiente texto:
"Hay dos mujeres en una pequeña habitación. Habla la mujer 1 que está de pie.
- Entrará Él.
Nunca pide permiso, nunca llama. Aparece cuando le apetece y nunca le cierras la puerta. Por mucho que desees un día tranquilo, entrará Él.
Llevas ahí sentada un buen rato. Llevas ahí sentada demasiado rato. Llevas ahí sentada desde que has llegado. Levanta. Levántate ahora mismo. Si no lo haces se abrirá la puerta y entonces entrará ÉL.
Vamos, ¡levanta!. Llevas mucho rato sentada pero no tanto como para olvidar cómo debes levantarte. Venga, espabila. Date prisa. El tiempo se acaba. Si no cierras la puerta con el cerrojo, entrará Él.
Ya oigo sus pasos, levanta de esa cama mugrienta. Venga, ¡vamos! de prisa. Oigo sus pasos, pisa fuerte con la izquierda, arrastra la derecha. Es como una letanía. ¿No la escuchas tú? ¿No lo notas? Si no lo impides girará el picaporte de la puerta y lo veremos entrar, ¡oh, sí! entrará Él.
Levanta la cara, mírame a los ojos. ¿No quieres mirarme? ¿Has estado llorando otra vez? Venga, colócate bien el camisón, tápate el hombro. No dejes que mire codicioso esa herida. Tápatela ¡tápatela!. Y tápate también esas piernas llenas de morados. No le des el placer de sentirte herida. Eso le encanta. Vamos, venga. Levántate de una vez. Puedes hacerlo. Es fácil. Dirígete a la puerta así evitarás que entre Él.
Pero ¡escucha! Está ya muy cerca. Puedo olerlo. Ese olor a inseguridad se filtra por debajo de la puerta y se cuela en mi nariz. ¡Qué ganas de vomitar! Huele a cobarde, a cobarde con ganas de sentirse valiente. Venga, ¡por dios! levanta ya, dame la mano ¡haz algo! Entrará y como el lobo del cuento nos comerá una y otra vez. Impídele el paso o entrará Él.
¿No te mueves, no reaccionas? Esta vez no ha sido peor que las otras. Al menos no tienes nada roto. Venga, levanta, ¡date prisa! ¿Es que tienes miedo? ¿Es el miedo lo que te impide cerrar esa puerta? Hoy viene con ganas de sentirse fuerte y poderoso. Hoy puede que te tumbe en esa cama mugrienta y que ya no te puedas levantar. ¿Es eso lo que quieres? ¿No vas a hablarme? No te enfades conmigo. Levántate y ciérrale la puerta en las narices. Si no lo haces entrará Él.
No, yo no puedo. No puedo hacer nada. Siempre que lo intento es peor. Ahora estoy contigo pero cuando se abra la puerta te quedarás sola. Sola, sola, sola. Tan sola que se te helarán las entrañas. Pero ahora estoy yo aquí. Levanta y cierra la puerta. Cierra la puerta, cierra, ciérrala. Ciérrala fuerte y que nunca más pueda volver a entrar Él.
No derrames más tu sangre. Es un sacrificio inútil. Es inútil. Estos niños que crecen observando tus heridas y tú sangre no te lo van a agradecer. Ellos también lloran y escupen plegarias a un dios en el que no creen. No creen en nada, nadie los salva de los gritos, nadie viene cuando suplican llenos de miedo. Aterrorizados escuchan los pasos: fuerte con la izquierda, arrastra la pierna derecha. Es como una letanía. O como una sentencia. Si no lo impides hoy volverán a llorar pues entrará Él.
Cierra esa puerta, ciérrala. Es sencillo. Es fácil. Yo puedo ayudarte a llegar hasta la puerta. Estoy cansada de observar tu piel llena de cicatrices. Puedo soportarte y arrastrarte hasta la puerta. Puedo ayudarte. No comprendo, no te entiendo. ¿Por qué sigues sentada? ¿Por qué no te levantas? Escucha, ya está muy cerca, está demasiado cerca. Está llegando la hora, tú hora, la hora en la que vuelves a estar sola y se te congela el cerebro. Sola en esta cama mugrienta y entrará Él.
Ya siento sus dedos en tu cuerpo. Ya siento su inseguridad devorándote de nuevo, destrozándote, arrancándote las lágrimas que le hacen sentir tan valiente. Viene a por su ración de miedo. Su olor me está invadiendo. Huele a cobarde. Huele tanto que marea. ¡Por favor, muévete! ¡Muévete, muévete, muévete! ¡Levanta, alcanza la puerta, cierra la puerta, ciérrala fuerte, dale en las narices, sal de esa cama mugrienta, sal de la cama que va a ser tu tumba! ¡Date prisa! ¡Levanta, levanta, levanta ya! ¡Te devorará como el lobo, te destrozará, te hará pedazos con sus manos de cobarde! ¿Quieres volver a llorar? ¿Quieres volver a complacerle? ¡Sal de ahí! ¡Te va a matar!
La mujer 2 se levanta, abre la puerta y sale. Se vuelve y dice en tono tranquilo:
- No. No quiero encerrarme. Quiero salir. Así Él nunca podrá volver a entrar."
La autora del texto es Laura López Martínez y la dramatización ha corrido a cargo de: Rosi Torredealba, Encarni Gómez, Beatriz Sánchez, María Guadix y la propia autora.
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